cursos de espiritismo

por: Bezerra de Menezes

Hijos del alma:

¡Permanezca Jesús con nosotros!

En este grave momento que se vive en el planeta, los espíritas conscientes de sus responsabilidades, como verdaderos cristianos que deben ser, están convocados a la edificación de la legítima fraternidad que debe existir entre todas las criaturas.

Hay tumultos en todos los segmentos de la sociedad. En las más diversas actividades a que los seres humanos se dedican, luchas acerbas por la prevalencia del ego se acrecientan y hieren los sentimientos, fragmentando edificaciones del bien y del progreso, que comienzan a experimentar riesgos que no estaban programados.

El respeto por los valores éticos cede lugar a la anarquía y al disparate que se apodera del siglo, atentando contra las más nobles conquistas del proceso evolutivo.

Parecen vanos los más de seis mil años de desenvolvimiento intelectual y moral, porque la invasión de la locura, en nombre de los derechos del ciudadano, reina en todas partes, incluso atentando contra esos propalados derechos.

Las perversiones morales se imponen, la astucia política y la malversación del patrimonio de los pueblos gobiernan más que los métodos de la dignidad, mientras que los estadistas abandonan la respetabilidad que se les exige, para convertirse en alucinados representantes del totalitarismo, en una sufriente revolución del proletariado contra las demás capas sociales, porque aquellos carecen de condiciones para conducir a las masas siempre sublevadas, que se deslizan hacia la anarquía y el desconcierto…Otros, exornados con títulos universitarios, igualmente vanidosos, se olvidan del pueblo tan pronto como asumen el poder, y procuran permanecer vitalicios, modificando las leyes vigentes…

El poder económico abruma a los que no pueden competir o que no tienen cabida en la mesa de las negociaciones, en los sofisticados centros de la civilización donde se reúnen, gastando sumas excesivas, que podrían mejorar la situación de millones de vidas debilitadas por el hambre, las epidemias, el abandono, la sordidez.

El denominado club de los países superdesarrollados exige más -con imposiciones crueles e intimidaciones no siempre veladas-, de aquellos que dependen de su industria, de su economía, de sus producciones, y que paradojalmente los sustentan, pese a que se debaten en la miseria, sin preocuparse en absoluto por el sufrimiento de la mayoría de los habitantes de la Tierra…

La emisión de gases, que elevan la temperatura del planeta y lo degradan, representa una amenaza inexorable, que es negada por la fortaleza de los máximos responsables de ese criminal fenómeno, quienes permanecen indiferentes a las consecuencias que también a ellos los afectarán, en un lapso más próximo de lo que suponen, pues solamente los preocupa el mantenimiento de su control sobre los otros…

Generadores de guerras lamentables, que no tienen justificación, esos gobernantes enloquecidos por la vanidad del poder se disfrazan de misioneros de Dios, y destruyen a los denominados enemigos, al igual que a los ciudadanos, llevando a sus países a la ruina económica, social y moral, y generando más odio en todas partes, con lo que estimulan terribles actos de terrorismo de todo orden, fieles a su engañosa presunción personal.

En sus desvaríos, dan la impresión de ser inmortales físicamente, eternos en el cuerpo, dueños de la vida, aunque marchen inevitablemente hacia la sepultura, que los recibirá con silenciosa expectativa…

Las doctrinas religiosas, que en vez de orientar a los fieles, los dividen para gobernarlos mejor, lanzando a una grey contra otras, mientras pregonan el reino de los Cielos pero conquistan el reino de la Tierra.

A semejanza de lo que aconteció en el pasado, cuando vino Jesús, en una situación equivalente a la que vivimos, recibimos ahora al Espiritismo, que nos trae de vuelta la revolución del amor, la única poseedora de los instrumentos que propician la felicidad.

Se expande el mensaje de Allan Kardec, ofreciendo esperanza y convocando a la paz, a la fraternidad, al auxilio recíproco, a la caridad…

¿Cómo nos hemos comportado los espíritas ante los grandes desafíos, estando desencarnados o encarnados?

¿Hemos comprendido que nuestra contribución de amor tiene un expresivo significado, ante la perturbación del odio? Cuando censuramos a los gobernantes y a los violentos, que se apoderan por la fuerza de todo cuanto quieren, ¿procedemos nosotros de manera diferente, en clima de respeto y de dignidad, conforme con lo que el Maestro nos enseñó? Fascinados con la revelación de la inmortalidad y de la reencarnación, ¿nos hemos comportado en concordancia con esos postulados? ¿Hemos descubierto ya que, en efecto, podemos cambiar sin tener otra alternativa, conforme lo hicieron los mártires de la fe en el pasado, los esclavos que encontraron a Jesús y lo siguieron, modificando el curso de la Historia?

¿No escamoteamos la verdad, cuando la disfrazamos en relación con nuestros actos, y la estimulamos cuando se trata de acciones negativas de los otros?

El Espiritismo, al igual que el Cristianismo, es la doctrina de la conciencia recta y de la conducta edificante.

Cuando se forma parte de sus filas, no hay cómo negar sus contenidos sublimes, salvo a través de actos que no corresponden a los objetivos establecidos.

Que seamos pocos, o que no dispongamos de privilegios -sean del poder, de la fortuna, de la posición social-, no constituye un impedimento para el desempeño de la tarea de dignificación humana.

Si se cubren de rocío las alas de una mariposa, en el oriente, eso repercute en el equilibrio de occidente -se sostiene con fundamentos auténticos de la lógica y de la ciencia que estudia los acontecimientos-. Por consiguiente, cada vibración emitida se difundirá, y contribuirá a los efectos inevitables en el lugar adonde llegue.

No podemos sustraernos al deber de cooperar a favor del mundo saludable y digno, utilizando los recursos que están a nuestro alcance.

Nosotros, los desencarnados conscientes de esa realidad, estamos haciendo nuestra parte, y os cabe a vosotros el deber de realizar lo que a vosotros os corresponde.

Esa necesidad comienza en la conducta doctrinaria en relación con uno mismo, y prosigue en relación con la familia, con el taller de trabajo, con el grupo social, con la institución en que se colabora.

Si la convicción en torno de la Verdad no faculta al espírita el autocontrol, el respeto por el prójimo, la renuncia personal, la humildad para reconocer los propios errores, ¿cuál es el valor que se le atribuye a esta?

Jesús nos envió como ovejas mansas en medio de lobos hambrientos, sin admitir la hipótesis de que nos volvamos lobos también nosotros.

Si no somos capaces de convivir con aquellos que también abrazan nuestros ideales y trabajan con nosotros, porque tenemos divergencias en alguno u otro punto, ¿cómo pretendemos transformar la Tierra en un mundo feliz, si no nos transformamos para ser mejores, ni somos felices?

Urge que despertemos del letargo y volvamos a la acción del amor. Ninguna fuerza es equiparable al amor.

-Denme una palanca y un punto de apoyo -propuso Arquímedes de Siracusa- y moveré el mundo.

Empleemos el amor y renovaremos el mundo: una hazaña menor que la propuesta por el matemático, físico y filósofo griego

El amor nos da la dimensión de nuestra propia pequeñez, pero también nos confiere la importancia que tenemos en la Obra del Padre, incitándonos al crecimiento en el rumbo del Infinito.

Mediante su vivencia, las virtudes auténticas se asomarán a nuestro pensamiento y se apoderarán de nuestras existencias, impulsándonos al avance a través de actos de dignificación.

No desfallezcamos; evitemos a toda costa las contiendas perversas y destructoras.

¡Somos Hijos de la Luz! ¡Permitámonos brillar!

Estáis convocados al servicio de edificación del Bien, y no para las disputas mezquinas entre los transeúntes del vehículo carnal, ignorantes de las bendiciones que fluyen del milagro de la vida.

Venced el mal, que acaso aún permanezca en vuestros corazones, y abrid espacio para el dominio del bien.

No estáis reunidos en la familia espiritual en que os encontráis, por efecto de fenómenos casuales… Asumisteis compromisos, antes de reencarnaros, en cuanto a trabajar juntos en la edificación del bien, cooperando los unos con los otros, al comando de Aquel que después de haberos llamado os escogerá para tareas más importantes y relevantes en el futuro.

Permaneced fieles al compromiso con Jesús, y abrazaos unos a otros, absorbiendo energías para el buen combate y sustentándoos recíprocamente.

El Amor no amado os aguarda, en ocasión del término de la jornada.

Cumplidla, de tal forma que no os sea necesario volver al proscenio terrestre, para corregir y rectificar mucho, en una situación menos favorable…

Suplicando a Él, nuestro Guía sublime, que nos dispense su misericordia en forma de bendiciones, os abraza el servidor humildísimo y paternal de siempre,

Bezerra

Mensaje del Espíritu Bezerra de Menezes, incluido en el capítulo 16 del libro "Trastornos psiquiátricos y obsesivos", por el Espíritu Manuel Filomeno de Miranda, psicografía de Divaldo P. Franco.